Catedral de Albarracín
Sobre lo que sería la mezquita musulmana, en el siglo XIII se construyó la primitiva catedral, ya que desde que en 1172 se erigió como diócesis. La fábrica actual se inició en 1532 por el obispo Gaspar Jofre de Borja.
El templo está jalonado por capillas familiares, que pertenecían a las familias más importantes de la localidad. Entre muchos de sus tesoros, destacamos el órgano barroco, significativo ejemplo de la existencia de un maestro organista cuyas composiciones, publicadas en parte, se conservan en el archivo catedralicio. La capilla de la Virgen del Pilar, construida a expensas del obispo Jerónimo Salas Malo de Espulgas en 1657, con un altar mayor de una excelente calidad, con relieves de la vida de San Joaquín, Santa Ana, San José y la Virgen. Las columnas anilladas y la decoración de rocalla, que rellena los espacios vacíos, establecen un efecto espectacular y grandioso, muy propio del barroco.
En la capilla de Santa María Magdalena, que perteneció a la familia Toyuela, se encuentra el retablo de San Pedro, originario de la iglesia de Santa María. Un retablo de madera de pino, de trazas renacentistas, con distintas escenas de la vida del apóstol. La falta de policromía nos permite apreciar la gran calidad de sus detalles. Se hizo en madera en el siglo XVI en estilo renacentista. En ella se cuenta la historia de este santo, en un total de ocho escenas. En la central se le representa como el primer papa, sentado en el solio pontificio con la triple corona, la cruz, y unas llaves, que simbolizan que tiene la potestad para decidir quien entra en el cielo.
Además de las capillas y retablos, el viajero debe detenerse en los monumentos funerarios, como el del obispo Gabriel de Sora, al lado del Evangelio, con una figura orante en mármol y alabastro, o el sepulcro de Bernardino Gómez Miedes.
Albarracín tiene Iglesia Catedral desde 1172, fecha en que se erigió la diócesis. Este monumento eclesiástico es el más emblemático de la ciudad. Esta primera Catedral se ubicó muy probablemente sobre la primigenia mezquita aljama (o principal) y no fue más que el templo de Santa María que los cristianos subieron a la zona alta en el s. XIII (16 de agosto de 1200), fecha en la que se inaugura la segunda Catedral que aprovechó los restos de la anterior y que debió tener una torre de un solo cuerpo, hasta el arbotante de la nave central. La tercera Catedral y actual -El Salvador- se comenzó a construir por los obispos Gilabert Martín y Gaspar Jofre de Borja (entre 1530-1532) y el coro se realizó en 1538 (necesitando robustos contrafuertes) y la ampliación de la torre, debido a dificultades económicas, se construyó en dos fases, terminándose en 1598. Indicar, a su vez, que en la base de la torre se conservan restos romanos incrustados.
Las escaleras de la entrada principal (número 1 en el plano de división horizontal de la planta de la Catedral) son de construcción reciente. En lo alto de la escalinata se encontraba el portegado o pórtico en la Catedral de 1200, en el cual se celebraban actos públicos. Antes de pasar al templo nos fijaremos en las ménsulas de angelitos que portan elementos musicales: flautas, partitura… que son restos góticos de la catedral primitiva y que ahora adornan el ábside.
Nada más entrar, por la puerta del Claustro y a nuestra derecha, se encuentra la Parroquieta o capilla de la Inmaculada Concepción (número 2). Posee una sencilla portada plateresca y la cubierta es de crucería estrellada en sus tres tramos. La imagen de la titular, que se encuentra en el centro, es del s. XVII. La pequeña nave lateral, que se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos, y el coro son del s. XVIII.
Saliendo de la capilla nos encontramos con un Claustro cerrado (número 3), de una sencillez casi irritante, que más que elegancia refleja pobreza. Se decora con dos retablillos del s. XVII: el de la Sagrada Familia y otro que se dedica a la Virgen y el Niño. También podemos ver en el claustro el Vía Crucis de lienzo, que posee cierto interés artístico y curiosamente, diez y seis estaciones.
Pasaremos ahora, a la nave principal y única, para comenzar el recorrido de las capillas. Empezaremos por nuestra derecha y la primera que encontramos es la capilla de Santa Catalina (número 4). Esta capilla era muy importante pues allí se realizaban actos Capitulares. Hoy en día ha perdido la categoría de capilla.
Enfrente de ésta vemos la capilla del Transfijo (número 5). En ella se fundó en 1558 la cofradía del Transfijo, a la que sólo podían acceder los sacerdotes que tuvieran beneficio o capellanías en la Catedral y que además residieran en Albarracín. Pertenecían a la cofradía desde el Obispo a los capellanes.
A la derecha se abre la capilla de las Ánimas (número 6). Desde antiguo se llamó capilla de los Novella y en 1582 el Papa Gregorio XIII concedió bula de privilegio al altar central que se dedicaba entonces a las Ánimas. La disposición de la capilla y altares cambia en el s. XVI y lo que es hoy capilla y sacristía se divide en tres capillas, localizándose la de las Ánimas en la puerta que había abierta al claustro. Con la última restauración de la Fundación Santa María de Albarracín, esta capilla ha recuperado su decoración original y todo su esplendor, así como la sacristía contigua, que fue de los beneficiados de la Catedral (número 7).
Saliendo de ésta y enfrente encontramos el actual Baptisterio (número 8). Antiguamente, se hallaba en su lugar la capilla del Santo Cristo. Actualmente, y tras su restauración, se ha recuperado todo su esplendor al hallarse la decoración original. A su vez, y de gran importancia, nos encontramos con el órgano barroco que hay encima del mismo.
Junto al órgano se encuentra el Coro (número 9). Éste se comenzó a reformar en 1538 y en 1669 ya estaban instaladas la sillería y cartelas en madera de haya. Son de verdadero interés las cabezas de atlantes de la sillería de los beneficiados.
Siguiendo nuestro recorrido por la Catedral, pasaremos ahora a visitar la capilla de la Virgen del Pilar (número 10), pronto reconocible por la antiestética cristalera que se le colocó recientemente. Sin duda lo más interesante es su altar mayor, que para Santiago Sebastián está «…inspirado en el retablo de la Inmaculada, de la Catedral de Teruel, y en el mayor de San Miguel, de la misma ciudad». La imagen de la titular se encuentra en el centro, en una profunda hornacina, y se fecha en el s. XVII. En la actualidad y después de la última fase de restauración de la Catedral, llevada a cabo por la Fundación Santa María de Albarracín, podemos observar la decoración gótica original, que hace de esta capilla el mejor ejemplo de lo que fue la segunda Catedral.
Volviendo de nuevo a la nave central y continuando nuestro recorrido por el lado de la Epístola -es decir, a nuestra derecha- nos encontraremos la capilla de Santa Ana (número 11 y la primera a la derecha del altar mayor). La importancia de esta capilla radica en que, durante los s. XV-XVI, en ella se celebraban los actos capitulares y desde el s. XVII a nuestros días se coloca el Monumento de Semana Santa. Este monumento de plata lo podemos ver hoy en el Museo Diocesano.
Continuando la visita, y enfrente de nosotros, encontramos la capilla de San Antonio Abad y San Sebastián (número 12), siendo la primera que hay en el lado del Evangelio a continuación de la capilla mayor. En este caso, Santiago Sebastián documenta que en el s. XVII se realizó el retablo, que hoy vemos, y que él califica como barroco de escaso valor y tosca talla provinciana.
Seguidamente, y en el lado del Evangelio, se halla la capilla de Santa María Magdalena (número 13). A fines del siglo pasado, D. Juan Comes y Vidal, Administrador Apostólico de Albarracín, mandó trasladar el retablo de San Pedro desde la iglesia de Santa María a esta capilla de la Magdalena y el retablo de ésta a Santa María. El retablo de San Pedro pertenecía a la cofradía de su nombre, que era la más antigua y rica de la iglesia de Santa María. Recomendamos la visita al altar de San Pedro por ser el mejor de todas las iglesias de Albarracín en su estilo, aunque se encuentre sin policromar.
Pasaremos a ocuparnos ahora de la capilla mayor y de la fábrica catedralicia (número 14). La nueva fábrica catedralicia con ábside pentagonal y capilla mayor se acabó de construir en 1533, corriendo los gastos a cargo de la Ciudad, que además costeó la pintura, claraboyas y molduras. Los hijos de Pierres Vedel afirmaron que entre las obras heroicas de su padre figuraba la Catedral de Albarracín. Una vez concluida la cubierta, se procedió a buscar maestro -D. Cosme Damián Bas- que realizase el retablo de ésta. Debido a la pobreza de la diócesis de Albarracín y el agravamiento de ésta tras la separación de la de Segorbe, el retablo no pudo acabarse hasta los tiempos del Obispo fray Pedro Tris quien mandó dorarlo, a sus expensas, al maestro Rillo en 1680. En 1681 el trabajo ya había concluido y el Cabildo, agradecido con el dorador y con el Obispo Tris, ordenó que se colocasen sus armas a ambos lados del altar.
Saliendo hacia la plaza de la Seo (por la puerta opuesta a la que hemos entrado) encontramos la capilla de San Juan Bautista (número 15) y el altar de San Vicente, junto a la pila del agua bendita. La capilla consta de un retablo del s. XVIII que representa a San Juan en la calle central del cuerpo medio y a sus dos lados a Santiago y San Pedro. Enfrente se encuentra el altar de San Vicente, que fue colocado aquí al desaparecer su propia capilla con el engrandecimiento de la de las Ánimas en el siglo XVII.
Finalmente, y para concluir la visita a la Catedral, pasaremos dos puertas de madera que pertenecen a la cancela, de muy buena calidad (s. XVIII), para encontrarnos frente a la salida a la plaza de la Seo (número 16), y a la derecha con la entrada a la nueva sala Capitular construida en 1711-1712 (número 17).
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Información complementaria para visitar Albarracín